Declaración de Montreal sobre la Explotación Animal
En el Día Mundial de los Animales, fecha escogida para el lanzamiento oficial de esta declaración, iniciativa de investigadores del Centre de Recherche en Éthique de Montréal, compartimos el texto firmado por más de 500 filósofos [1] alrededor del planeta, que proclaman la injusticia fundamental de la explotación animal basándose en el conocimiento colectivo actual en sus campos de experiencia: "Condenamos las prácticas que implican tratar a los animales como objetos o mercancías. En la medida en que implica violencia y daños innecesarios, declaramos que la explotación animal es injusta y moralmente indefendible". Esta importante declaración se suma a las ya reconocidas: Declaración de Cambridge sobre la Conciencia [2] y la Declaración de Toulon sobre la personalidad jurídica de los animales [3].
por Centre de Recherche en Étiqué | 4 octubre 2022
Somos investigadores en el campo de la filosofía moral y política. Nuestro trabajo está enraizado en diferentes tradiciones filosóficas, y rara vez nos encontramos de acuerdo unos con otros. Estamos de acuerdo, sin embargo, en la necesidad de una transformación profunda de nuestras relaciones con otros animales. Condenamos las prácticas que implican tratar a los demás animales como objetos o mercancías.
En la medida en que implique violencia y daños innecesarios, declaramos que la explotación animal es injusta y moralmente indefendible.
En etología y neurobiología, está bien establecido que los mamíferos, las aves, los peces y muchos invertebrados son sintientes, es decir, capaces de sentir placer, dolor y emociones. Estos animales son sujetos conscientes; tienen su propia perspectiva sobre el mundo que les rodea. De ello se deduce que tienen intereses: nuestros comportamientos afectan su bienestar y pueden beneficiarlos o perjudicarlos. Cuando lastimamos a un perro o a un cerdo, cuando mantenemos en cautiverio a una gallina o a un salmón, cuando matamos a un ternero por su carne o a un visón por su piel, contravenimos gravemente sus intereses más fundamentales.
Sin embargo, todos estos daños podrían evitarse. Obviamente, es posible abstenerse de usar cuero, asistir a corridas de toros y rodeos, o mostrar a los niños leones cautivos en los zoológicos. La mayoría de nosotros ya podemos prescindir de los alimentos de origen animal y seguir siendo saludables, y el futuro desarrollo de una economía vegana hará las cosas aún más fáciles. Desde un punto de vista político e institucional, es posible dejar de ver a los animales como un mero recurso a nuestra disposición.
Que estos individuos no pertenezcan a la especie Homo sapiens es moralmente irrelevante: si bien puede parecer natural pensar que los intereses de los animales no humanos cuentan menos que los intereses comparables de los humanos, esta intuición especista no resiste un examen minucioso. En igualdad de condiciones, la mera pertenencia a un grupo biológico (ya sea delimitado por especie, color de piel o sexo) no puede justificar una consideración o trato desigual.
Hay diferencias entre los humanos y otros animales, así como las hay entre los individuos dentro de las especies. Es cierto que algunas habilidades cognitivas sofisticadas dan lugar a intereses particulares, que a su vez pueden justificar tratamientos particulares. Pero la capacidad de un sujeto para componer sinfonías, para hacer cálculos matemáticos avanzados o para proyectarse en un futuro lejano, por admirable que sea, no afecta la consideración debida a su interés por sentir placer y por no sufrir. Los intereses de los más inteligentes entre nosotros no importan más que los intereses equivalentes de los menos inteligentes. Decir lo contrario equivaldría a clasificar a los individuos según facultades que no tienen relevancia moral. Tal actitud capacitista sería moralmente indefendible.
Por lo tanto, es difícil escapar a esta conclusión: debido a que daña innecesariamente a los animales, la explotación animal es fundamentalmente injusta. Por lo tanto, es fundamental trabajar para su desaparición, especialmente apuntando al cierre de los mataderos, la prohibición de la pesca y el desarrollo de sistemas alimentarios basados en plantas. No nos hacemos ilusiones; tal proyecto no se logrará en el corto plazo. En particular, requiere renunciar a hábitos especistas arraigados y transformar fundamentalmente numerosas instituciones. Creemos, sin embargo, que el fin de la explotación animal es el único horizonte compartido que es a la vez realista y justo para los no humanos.
Centre de Recherche en Étiqué (CRÉ)
La misión del CRÉ es contribuir al avance del conocimiento y la formación en el campo de la ética entendida en un sentido amplio que incluye tanto el estudio de los fundamentos de la ética y sus principales conceptos, como el de las dimensiones normativas de las políticas públicas. La Declaración de Montreal es iniciativa de tres investigadores pertenecientes al Groupe de Recherche en Étiqué Environnementale et Animale (GRÉEA) que es un grupo de investigación interuniversitario e interdisciplinar en ética ambiental y ética animal, asociado al Centre de Recherche en Éthique (CRÉ) de Montréal.
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Publicado bajo licencia internacional de Creative Commons (CC BY-NC-ND 4.0)
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